lunes, 11 de julio de 2011

Mejorando México a través de la Gestión Ciudadana

México tiene, como estado, territorio, población y gobierno. Su territorio es vasto y rico tanto en recursos naturales y del subsuelo, como por su posición estratégica, litorales y fronteras, entre otros.

De su gobierno, existe una percepción mayoritaria de que hace falta un “buen gobierno, unión, responsabilidad y compromiso”; lo anterior se refleja en encuestas y estudios serios, como el que hace algunos meses publicara la revista nexos.

Como población, en una abrumadora mayoría, los mexicanos son individualistas y reflejan una fragmentación política que deriva en percepciones optimistas y pesimistas sobre nuestro futuro como nación.

Entonces, resulta que hace falta mejorar gobierno y sociedad para aprovechar el potencial natural de México.

Entre esa sociedad y gobierno cuya mejora se requiere, existe una especie de círculo vicioso en el cual la población considera que tiene “mal gobierno” y reconoce la necesidad de una mayor responsabilidad y compromiso, pero actúa de manera individualista y sin una participación activa en los temas públicos.

Por todo ello, en la pasada colaboración planteé la necesidad de partir para mejorar México, mejorando como ciudadanos en dos vías: la gestión y la exigencia en la rendición de cuentas. En esta oportunidad abordaremos la gestión ciudadana.

Gestionar es “hacer diligencias conducentes al logro de un negocio o de un deseo cualquiera”; en el ámbito que nos ocupa, serían las realizadas por cualquier ciudadano ante autoridades públicas para el logro del bien común.
¿Qué se puede gestionar y cómo gestionarlo?

Para responder a esta pregunta, viene al caso recordar que la información es poder, y, como ciudadanos tenemos a nuestro alcance, por una parte, información de primera mano obtenida de la realidad cotidiana que nos rodea, y, por otra parte, información pública que está a nuestra disposición por ley o en ejercicio del derecho de petición.

En los hechos, no contamos con información sistematizada obtenida de la realidad que nos rodea y poco accedemos a la información pública que tenemos al alcance y puedo afirmar que, en un porcentaje altísimo, los ciudadanos no gestionan.

Sin embargo, en la situación actual de nuestro país y para mejorarlo, debemos organizarnos como ciudadanos para gestionar partiendo de información sistematizada.

Por ello, un primer paso para una gestión social asertiva, sería captar esa información para conocer de manera puntual las necesidades que requieren atención; por ejemplo, hacer un levantamiento o inventario por colonia de la totalidad de calles que requieren pavimentación, bacheo, los puntos de conflicto vehicular, las zonas inundables o de riesgo para la población, etc.

Este inventario debería realizarse por cada consejo vecinal, comité ciudadano o grupo de colonos, pero también por organizaciones camarales –como las empresariales o de la construcción- lográndose no sólo la posibilidad de una mejor atención de las necesidades existentes, sino también una mayor integración social que favorezca la participación ciudadana bajo el principio de la “responsabilidad social”.

Una vez identificadas las necesidades por cada colonia o grupo, la gestión ciudadana efectiva requeriría de información pública disponible sobre el conocimiento de los planes, presupuestos y fondos en cada institución pública de niveles municipal, estatal o federal, para acudir ante autoridad competente y responsable de su atención, por escrito y de manera respetuosa, en ejercicio del derecho de petición.

Si cada colonia o grupo social organizado tomara una parte de las necesidades de nuestro país en sus manos y gestionara su atención de la forma antes planteada, nos sorprendería ver el cambio favorable, no sólo de nuestra realidad, sino también el cambio de comportamiento de ese “mal gobierno” al que hoy criticamos.

Debemos formar esa “ola inmensa, incontenible de la voluntad del pueblo, contra la cual no puede haber ninguna fuerza”, como en su tiempo ya lo decía el ilustre Don Manuel Gómez Morín.

La gestión ciudadana no es un camino fácil, pero sin duda, es el mejor, junto con la exigencia de rendición de cuentas, para transformar positiva y pacíficamente nuestro entorno y nuestro gobierno.

¿Te animarías por México?

lunes, 4 de julio de 2011

¿Cómo construir Ciudadanía? (II)

En la primera parte de esta colaboración les compartí mi percepción del crecimiento que ha tenido entre los mexicanos y analistas políticos, el tema de la democracia y la necesidad de pasar de la democracia formal –en su vertiente electoral- a la democracia plena, efectiva o de fondo, en la que los gobernados, son el centro y fin de las acciones de gobierno.

Puntualizamos que es presupuesto de esa democracia efectiva, el estado de derecho; es decir, la vigencia de reglas que premien la legalidad, sancionen incumplimientos o violaciones y permitan un sano desarrollo del individuo y el ejercicio de sus libertades.

Recordamos también que México, requiere de la aprobación de reformas estructurales para ello y que éstas serán una realidad en la medida en que, como sociedad, sigamos exigiéndolas e impulsándolas.

En este “círculo virtuoso” que se plantea, de participación ciudadana para mejorar nuestro sistema político, su eficacia y el estado de derecho, la pieza fundamental resulta ser el ciudadano.

Por ello, estoy convencida de que, si en México se lograra tener una mayoría de ciudadanos que vencieran su individualismo, adoptara un sentido de responsabilidad con su comunidad, mejorara su cultura cívica, se comprometiera con el combate a la corrupción y la exigencia en la rendición de cuentas, se preparara e informara, sin duda, avanzaríamos con mayor velocidad y eficacia hacia el país seguro, estable, competitivo, justo y solidario que todos queremos.

Estimo que el primer paso para ello, será reconocer que no hemos hecho lo suficiente como ciudadanos; que no conocemos bien a bien los problemas que padecemos y muchas de las veces, no tenemos propuestas que plantear o soluciones concretas que exigir para la solución de éstos; que debemos dejar de repartir culpas ajenas y por el contrario, tenemos que asumir la responsabilidad personal, como miembros de esta nación, en la construcción de su bien, del bien de cada una de nuestras comunidades y del bien de cada una de nuestras familias.

Si estamos indignados, por ejemplo, con el saqueo y desvío de recursos públicos por parte de gobernantes, me pregunto: ¿cuántos ciudadanos ya se dieron a la tarea de supervisar a su alcalde?; ¿cuántos ciudadanos conocen el monto anual del presupuesto municipal?; ¿cuántos ciudadanos verifican el cumplimiento del plan municipal de desarrollo?; ¿cuántos ciudadanos acceden a la información pública que por ley está a su disposición?, ¿cuántos ciudadanos opinan de manera sustentada sobre estos temas para generar corrientes de opinión pública indispensables en una democracia?, etc.

Si en la colonia donde vivimos, conocemos mejor que nadie la problemática existente porque la observamos cotidianamente, me pregunto: ¿Cuántos ciudadanos gestionan ante la autoridad municipal, estatal o federal, las obras o acciones que se requieren para su solución?

Por ello, si el punto clave para mejorar a nuestro país, es mejorar como ciudadanos, tendremos que buscar alternativas para informarnos, prepararnos y organizarnos.

¿Por dónde empezar a construir ciudadanía, a ser un mejor ciudadano y a participar?

No hay una respuesta sencilla, pero creo que la gestión del bien común y la exigencia en la rendición de cuentas, son los dos caminos más cercanos y accesibles a todo ciudadano para iniciar su participación y mejorar nuestro entorno, para lo cual deberá aprender “sobre la marcha”, a dominar el ejercicio de derechos fundamentales de que goza, como el derecho de petición o el derecho a la información.

Por tal motivo, en las siguientes colaboraciones, abundaré sobre estas dos herramientas que propongo para la participación ciudadana y sobre la forma de ejercer los derechos de petición y de acceso a la información.

En Tampico, por ejemplo, hemos sufrido en varias ocasiones las consecuencias de administraciones municipales nefastas, que han incumplido sus deberes y que nos han llevado a situaciones muy graves y evidentes de desvío de recursos, falta de resultados e ingobernabilidad. Sin restar responsabilidad a quienes encabezaron esas gestiones gubernamentales, debemos reconocer que se ha hecho muy poco desde el ámbito ciudadano para evitar estas experiencias.

Cabe aquí aplicar el dicho popular que reza: “más vale tarde que nunca” ¿no lo crees?